El afán de poder cruza las páginas del libro de Muriel Spark «La Plenitud de la señorita Brodie» (Editorial Pretextos, Valencia, 2010, 173 páginas), donde la protagonista es una maestra transgresora para la época, que tiene gran influencia sobre sus alumnas, a las que califica como “la crème de la crème”.
Por Beatriz Berger
El afán de poder cruza las páginas del libro de Muriel Spark «La Plenitud de la señorita Brodie» (Editorial Pretextos, Valencia, 2010, 173 páginas), donde la protagonista es una maestra transgresora para la época, que tiene gran influencia sobre sus alumnas, a las que califica como “la crème de la crème”.
Por Beatriz Berger
Considerada la obra
maestra de Muriel Spark (1918), la novela se desarrolla a fines de los años
veinte, principios de los treinta, en la localidad de Edimburgo. La señorita
Brodie es profesora en una exclusiva escuela
femenina y tiene un punto de vista especial para la época: afirma que la
palabra educar proviene de la raíz
latina e, que viene de ex, que
significa 'sacar', y de duco, que
significa 'guiar'. “Para mí –dice-, la educación es sacar lo que ya está dentro
del alma de una alumna". Así, sus clases son fuera de lo común y las
disfrutan sus alumnas. Acude con ellas a los museos, conciertos y ballets.
Además recorren lugares de la ciudad que por su condición social nunca habrían
conocido. En definitiva les muestra otros horizontes, diferentes a los establecidos en el plan escolar. Por
ello, cuando hace clases, debe disimular que está hablando de política, de sus
viajes a Italia o recordando experiencias personales y siempre mantiene en el
pizarrón unas fórmulas matemáticas.
A fin de cuentas, la
señorita Brodie, quien asegura que se encuentra en la plenitud de su vida, es
un ser atrayente, pero al mismo tiempo estereotipado, de ideas extremas, que no
ha podido concretar su relación afectiva con los pretendientes que han surgido
en su camino ni tampoco con sus discípulas y menos con las autoridades del
colegio donde trabaja.
Así, resulta
compleja la relación entre esta mujer de avanzada y sus seis alumnas favoritas,
sobre las cuales ha desarrollado un cierto poder. Poder del que las niñas se
irán sacudiendo en la medida que crecen y sus destinos serán distintos a los
previstos.
Saltos en el Tiempo
Por otro lado, en
el ámbito estructural, resultan interesante, los saltos en el tiempo que
experimenta la narradora con sus personajes, pues no vacila en adelantar, en
algunos casos, el futuro de ellos, sin perder el interés del lector, sino por
el contrario, dándole agilidad a su obra.
Se trata de una
novela rápida que discurre entre las propuestas de la señorita Brodie y las
reacciones del entorno y de sus alumnas que llegan a escribir una novela con la
vida sentimental, imaginada desde luego, de su peculiar maestra.
No obstante, la
intenciones de la señorita Brodie hacia sus niñas -que pertenecen a la “crème
de la crème”-, al compás de los acontecimientos, se van volviendo maléficas,
siniestras. Increíble la escena donde
el profesor de dibujo, enamorado de la señorita Brodie, pinta a sus seis
alumnas tras cuyas facciones se percibe el rostro de la maestra. Metáfora que
explica el dominio de ésta sobre las niñas e incluso sobre el pintor. Sin
embargo, paso a paso, los hechos y la
vida misma, le van doblando la mano a la protagonista, ya que sus “manipuladas”, comienzan a escapársele de las
manos y cada una finalmente hace lo que realmente desea.
Una obra
interesante, muy bien escrita que nos habla del afán de poder que siempre
existe entre los seres humanos, aunque no lo parezca y no siempre se dé a
conocer con claridad, pero que hay que tener en cuenta en la sociedad que
habitamos, donde cada cual intenta dominar al otro.