miércoles, 21 de octubre de 2015

Marta Brunet (1897-1967): Una Escritora Escandalosa

Atreviéndose a desafiar las convenciones de su época,  la autora chilena, irrumpe en las letras nacionales con su novela Montaña Adentro, 1923, siendo aclamada por la crítica pero al mismo tiempo acusada de inmoral y hereje por la sociedad del siglo pasado. Más adelante con Amasijo, 1962,  -con la cual cierra su ciclo novelístico- vuelve a sorprender al tratar la homosexualidad,  un tema tabú en ese entonces.


Por Beatriz Berger

¿Qué tenía Montaña Adentro que provocaba tanto escándalo?
El libro relata la historia de doña Clara y su hija Cata, que se desempeñaban como cocineras de los trabajadores en una zona rural del sur de Chile. “Bravas para el trabajo  se daban maña para amasar, cocinar, tostar y moler trigo, dejando aún  tiempo libre para hilar lana y tejer pintorescos choapinos (…)” El único tormento de doña Clara era la afición de la muchacha por “chacotear con los guainas”. Y así fue como un día  Cata confidenció: “¿Sabe iñora que voy a tener guagua?”

Finalmente, la joven logra  encontrar un hombre bueno, Juan Oses, que quiere casarse con ella y cuidar a su niño. Pero “la fataliá” persigue a ambas mujeres y el pretendiente es injustamente perseguido por San Martín, un famoso cuatrero que luego de una larga condena había conseguido una plaza en carabineros.

Si bien hoy día, a más de noventa años después de la publicación de Montaña Adentro, la obra provoca admiración no sólo por rescatar, a través de la trama, costumbres tradicionales del campo chileno, sino también por  resguardar el lenguaje del campesino, pareciera que en 1923, relatar la historia de una mujer coqueta y madre soltera por añadidura, estremecía a los chillanejos. Más aún, porque la historia era contada por una joven soltera de 26 años.

-Las señoras beatas de Chillán armaron un lío tremendo,-recuerda la propia Marta Brunet  en una conversación con la Revista Zig-Zag del 1º de diciembre de 1961- acusándome de inmoral y de hereje. Las niñas de las familias bien, recibieron orden de quitarme el saludo. En medio de tanta amargura, hubo un sacerdote español, el padre Nicolás Marín, que salió hidalgamente (¡qué menos de un caballero hispánico!) en mi defensa. Fue a ver a mis consternados padres, y les  probó que si yo escribía, era porque estaba poniendo en juego un don de Dios, y que lo incorrecto sería, justamente, poner cortapisas a una vocación que era su mejor regalo”.

Y más adelante el sacerdote agrega: “Lo que Martita ha escrito no es  inmoral ni blasfemo, puesto que ella se ha limitado a mostrar algunos aspectos sombríos de la vida, que en realidad existen y que ningún cristiano puede desconocer (…)”

Literatura con Sello Femenino

  
No obstante, Omer Emeth, Armando Donoso, Raúl Silva Castro y otros críticos del momento recibieron “muy bien la obra, reconociéndola como una pionera de la literatura femenina y una excelente exponente del verdadero criollismo, por el lenguaje popular campesino, por la atmósfera de olores, sonidos y colores”, dice Carmen Balart en Narrativa Chilena Femenina, (Santillana, Santiago, 1999).

-La literatura femenina empieza a existir seriamente en Chile con iguales derechos que la masculina el año 1923, cuando aparece Montaña Adentro, de Marta Brunet -señala Hernán Díaz Arrieta en su Historia Personal de la Literatura Chilena (Zig-Zag, Santiago, 1954)-. La sorpresa de todos fue enorme. Se esperaba una novelita de una señorita muy compuesta; se halló una recia obra, audaz, sólida, hecha de duros metales, inatacable en su brevedad.  El dominio de la lengua castiza y sabrosa, competía allí con el conocimiento de la vida. ¡Y qué mirada clara, recta, audaz para enfrentarla! Nada se había visto hasta entonces dentro de su género: se habló de Maupassant”. 

¿Cómo surgió la publicación de Montaña Adentro? En  la misma entrevista a Zig-Zag la autora cuenta que en Chillán tenía  una especie de Ateneo “sumamente local” donde se reunía con un grupo de escritores con los cuales formó una editorial. El primer volumen que publicaron fue un libro de versos de un amigo llamado Absalón Baltasar. “Ni corta ni perezosa se lo despaché a Santiago a Hernán Díaz Arrieta, con una elocuentísima carta que pareció haberle caído muy bien a Alone. (…) Me contestó diciéndome que los versos de mi amigo eran muy malos, pero que mi carta le revelaba la existencia de una verdadera escritora. Terminaba pidiéndome algo en prosa”.

Después de enviarle otra carta a Alone con sus propios poemas y recibir como respuesta que sus versos eran tan malos como los de su amigo, “no me quedó otra cosa que quemar mis pobres poemas  y enviarle al terrible crítico los originales de una novelita que tenía muy escondida”. La respuesta no se hizo esperar “y fue tan exaltada, que yo miraba para los lados, creyendo que se trataba de otra persona. (…) Alone decía, ya  en el paroxismo de la exaltación: «¡Dan ganas de echar al vuelo las campanas cuando nace un escritor de la talla de Marta Brunet!»”

Y el vuelo de campanas animó su carrera literaria, motivándola a continuar con publicaciones de numerosos cuentos, novelas, artículos, que de una u otra manera muestran diferentes caras de la realidad en Chile, en especial de la mujer y de su situación desprotegida con respecto del hombre.

Es, por ejemplo, el caso de María Nadie (1957), donde además incursiona en asuntos que no se mencionaban en esos tiempos, como es la vida sexual. Y lo hace en profundidad, analizando tanto aspectos psicológicos como sociológicos, para dar vida a unos personajes de carne y hueso, bien ambientados en su medio. Al punto que en la estructura de la novela, da cabida a una extensa presentación de algunos de sus protagonistas en las primeras cincuenta páginas del libro –cuando la obra tiene 159 páginas-, presentaciones que, en alguna medida, fundamentan el actuar futuro de cada uno de ellos, logrando atrapar al lector con sus vicisitudes.

Una Mujer Sola y sin Familia es Sospechosa


“María Nadie” o “Mala pájara” –como era apodada María López, en el pueblo de Colloco, donde llegó a trabajar como telefonista- es sin duda una mujer  que se escapa de los cánones de su tiempo: muy joven se independiza de su familia y se mantiene con su trabajo. Situación  mirada con sospecha en el mundo en que vive y de la cual uno de sus pretendientes se aprovecha para convertirla en su amante, pero sin ningún compromiso de por medio.  Llega a Colloco con este pasado sobre sus hombros y, como en todo pueblo chico, es el centro de los pelambres: “Una mujer sola, sin familia, es siempre sospechosa. Sabe Dios qué pájara será ésta”, comenta una mujer del lugar.
 
Los personajes  femeninos de Marta Brunet en este libro, son tristes, con una mirada desolada del mundo masculino que las rodea, puesto que los hombres que aparecen son prepotentes, autoritarios, superficiales, egoístas, sin empatía, manipuladores y hasta malvados que pretenden ser amos y señores y cuyas expectativas son, “ganar dinero, economizar,  formarse una situación sólida, educar convenientemente a los hijos, dar una carrera a los hombres y casar ventajosamente a las mujeres”.

Por otro lado, en su novela La Mampara (1946), presenta a Carmen, una mujer que no se resigna a ser parte de una familia venida a menos y aparenta vivir como antes, al extremo que hace enormes esfuerzos por mantener un teléfono en su hogar, mientras su madre viuda y su hermana trabajan para dar sustento a la familia. Viven en una vieja casa que posee una mampara con vidrios de colores, que recuerda su pasado glorioso y que es la muda presencia de los aconteceres familiares. Aparece aquí la veta poética de Marta Brunet en las detalladas descripciones, casi cinematográficas, que logran pintar las atmósferas que rodean a los personajes de la novela. Encontramos asimismo, el deseo masculino de poseer a la mujer, pero sin mayores compromisos. Así es como Hans, le propone descaradamente a Carmen tener una aventura antes de relacionarse con ella. “Que sea otro el primero. Que las responsabilidades las arriesgue otro. Pero yo no te pierdo de vista, estoy ahí, en la sombra”.

Tiranía Materna

Así, sus personajes, los va desarrollando de acuerdo a las circunstancias que los rodean. Y para ello los describe minuciosamente, llegando a encontrar su alma.  De modo que no resulta sorpresivo que éstos tengan tales o cuales características psicológicas como resultado de sus experiencias vividas.  Entonces, no es raro que Julián, el protagonista de Amasijo (1962),  llegue a ser homosexual, pese a las batallas desplegadas consigo mismo. Cabe señalar que el tema de la homosexualidad era tabú en la época de la publicación de este texto. A propósito de la novela, leemos en  Ercilla del 11 de julio de 1962:
-La homosexualidad es un tema que en Hispanoamérica suele tratarse superficialmente o, lo que es peor, románticamente. A veces aparece como tema incidental en novelas argentinas o brasileñas y en Chile,  después de Augusto D’Halmar, también ha sido tratado por María Elena Gertner en algunos de sus personajes secundarios.
Julián es hijo único y póstumo de un viejo cincuentón con fortuna y de una quinceañera, Emelina, quien además de preciosa es irresponsable. Cuando sólo llevan un mes de casados, sus padres sufren un accidente donde  muere el progenitor  y su madre, embarazada, queda con secuelas de por vida.  
Dibujo de Marta Brunet de Manuel Angeles Ortiz

De allí en adelante, se inicia la historia de Julián, el hijo que daría a luz  y al que ella criaría como a una niñita a la que apodaba “ricitos de oro” y vestía de rosado. Era tal su apego a este pequeño que no lo dejaba ir a ninguna parte, incluso no lo mandaba al colegio, lo que fue posible gracias a la intervención del cura del lugar, quien en alguna medida hizo el rol de padre.   Cuando Julián tiene solo ocho años muere la madre y él continúa su educación hasta llegar al bachillerato, sin decidirse a estudiar ninguna profesión ni tener grandes  ambiciones, porque lo embarga  una profunda tristeza  y no le es posible desligarse de esa verdadera tiranía materna que reaparece en las distintas situaciones de su vida. Hasta que descubre la posibilidad de salirse de sí mismo y expresarse a través de sus obras de teatro que se presentan con mucho éxito.

¿Ser o Tener?


Marta Brunet, sin duda, es una escritora prolija. Prolija porque trabaja a fondo cada uno de sus protagonistas, los que llegan a convertirse en verdaderos arquetipos humanos. Así, en Humo hacia el Sur, la autora nos presenta –a diferencia de otros de sus escritos-  a Batilde, una mujer  con algunas características masculinas, cuyas expectativas están puestas en el deseo de poder e interés por el dinero. “Ser es tener y todo lo demás humo, humo que se lleva el viento”, dice.  Pero también la motiva la carrera política de su marido, Manuel de la Riestra, un hombre impotente, apabullado primero por su madre y luego  por las ambiciones de su mujer. En un momento de desahogo de la Riestra llega reconocer: “Mi vida no la he vivido yo”. Y más adelante otro sujeto que aparece en el texto reflexiona: “Todos somos juguetes de fuerzas oscuras que en un momento determinado nos manejan, desgraciadamente”.

Al ritmo de los avances de esta historia aparecen, por cierto,  curiosos y complejos personajes que van descubriendo sus heridas, sacando sus máscaras, dando a conocer sus verdades, encubiertas por las apariencias. La Moraima, Pedro Molina, Paca Cueto, Ernesto Pérez y otros, recorren las páginas de  esta obra que, en definitiva, nos muestra como todos, en alguna medida, vivimos en la ficción  sin darnos cuenta de la realidad  que nos circunda. Porque ésta puede ser muy cruel y exige enfrentar desafíos para no caer en la negación de sí mismo.

Realidad y ficción a fin de cuentas son los dos elementos que, separados por una delgada línea,  se entrelazan en Humo Hacia el Sur, donde no resulta fácil descubrir lo auténtico, lo que es “de veras”, como reflexiona una de las protagonistas.

La construcción de este ámbito literario, se concreta en un pueblo imaginado por la escritora, quien abunda en detalladas descripciones de paisajes, de los interiores de las viviendas y vericuetos de la ciudad para conseguir así darle verosimilitud y vida a su creación. Al punto que el gran personaje de esta novela, llega a ser el pueblo, donde la posible construcción de un puente y sus repercusiones remecen a la comunidad. 


Veta Cuentística

Con sus grandes ojazos celestes bien abiertos y la sensibilidad a flor de piel, Marta Brunet miraba el mundo con su propia visión femenina, lo que le permitía poner el acento en situaciones desconocidas, no tomadas en cuenta por la literatura local hasta ese momento. Y aunque la autora chillaneja destacó con su novelística, también lo hizo con sus cuentos, los que dio a conocer a lo largo de su vida.
Lo atestigua Gabriela Mistral en sus Recados Contando a Chile (Editorial del Pacífico, Santiago, 1957) al referirse a sus escritos: “Cada relato –escribe- es un verdadero documento social que muestra desde la perspectiva femenina, la relación hombre-mujer, en su cabal desencuentro e incomprensión, mostrando una educación que no toma en consideración la idiosincrasia del niño o de la niña que se hace hombre o mujer, sino que los amolda a un mundo de estructura masculina”.
Uno de sus cuentos más impresionantes es La Soledad de la Sangre en el cual la protagonista -casada a los quince años con un hombre mayor elegido por su padre porque “había que casarla cuanto antes”- logra crear un  mundo muy particular que la lleva hacia otras latitudes más felices. Y lo logra a través de la adquisición de un fonógrafo con dos discos. Cuando estaba sola, lo encendía con la certeza de “estar perdiendo el tiempo”  -como le decía su marido- y “rebulléndole en el pecho un espiral de gozo, se dejaba sumergir en la música dulcemente”.  Así, cuando el esposo se iba a acostar, se acostumbró a dejarse llevar por la melodía, “y súbitamente todo en su contorno se abolió, desapareció sumergido en la estridencia de las trompetas y el redoble de los tambores, arrastrándola hacia atrás en el tiempo”.  Aparece en esos momentos de introspección, lo bello, lo lúdico, lo soñado, lo amado… Y cuando llega el momento de defender ese ámbito espiritual, poético y privado que ha construido como un mecanismo de evasión de su realidad de mujer sometida, lo hace como una leona.

Multifacética Creadora


Con respecto a La Soledad de la Sangre, el crítico Angel Rama comenta desde Montevideo en 1967: “No había duda de que era una mujer la que miraba al mundo (…) Lo miraba desde el ángulo de unas mujeres nuevas que entonces estaban apareciendo en América Latina rehusándose a vestir el traje convencional que unos hombres también convencionales les habían cortado, y hasta rehusándose a ser mujeres ya que aspiraban a convertirse en seres humanos”.
También Marta Brunet escribió cuentos para niños donde aparece su inmensa ternura. Una historia con Dos Gatas, comienza cuando, al mismo tiempo, ambas  felinas tienen un gatito. Pero, desgraciadamente murió el de Linda, quien desolada por la pérdida llegó hasta donde la otra gata, Pinta, creyendo que ella le había robado a su hijo. Entonces, comienzan a pelear.  “Volaban los pelos, sangraban las narices, las orejas eran las que padecían los peores mordiscos y los maullidos que daban eran como rugidos de puma. (…) y a fuerza de escobazos y hasta jarros de agua consiguieron separar a las dos gatas, medio locas de rabia y hechas una compasión”. Pinta quedó malherida y, presintiendo su muerte, decidió generosamente entregarle su cría a Linda para que no quedara sola en el mundo.
Su pluma no sólo escribió novelas, nouvelles, cuentos y relatos infantiles. También publicó artículos en la prensa, recetas de cocina, consejos de decoración, y  versos.  Hugo Montes en su ensayo Poesía de Marta Brunet rescata algunos de sus poemas que aparecieron en Hacia, uno de los cuadernillos  que editaba Andrés Sabella en Antofagasta.
“Hora a destiempo en el tiempo
que no debió de sonar.
//
 La creímos de alborozo
-flores sueltas del gozar.
La creímos de partida
-barquito del buen soñar.
La creímos de retorno
-con la carga de un cantar.
//
Era la hora de ambos:
Pero no debió sonar…
Era la hora de ambos:
De hallar y de separar…
//
La creímos de alborozo
-fue espina para clavar.
La creímos de partida
-fue adioses para llorar.
La creímos de retorno
-fue senda sin regresar.
//
Hora a destiempo en el tiempo
que no debió de sonar…”
(De Tres Romances. I )




“¿Irías a Ser Ciega que Dios te Dio esas Manos?”

(Altazor, Vicente Huidobro)

Extrovertida, dinámica y casi eufórica, Marta Brunet tenía una figura imponente y desenvuelta al caminar: alta, derecha, con una piel blanca y lozana junto a una sonrisa seductora que estallaba descubriendo sus dientes muy parejos. Sus ojos claros, surcados por el velo de la ceguera, la aislaban cada vez más del mundo exterior, carencia que facilitaba su mirada hacia el interior, agudizándole otras sensibilidades a las que ella sabía muy bien cómo darles salida a través de su escritura. Vicente Huidobro lo dice metafóricamente  en uno de sus poemas: “¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?”. Y sí, realmente ella tenía unas manos hermosas, unas manos para palpar el universo que sus ojos se negaban a iluminar. “Sus manos eran bellas como de virgen: eran, además, elocuentes, patéticas y dignas en el silencio, hacendosas al escribir, cálidas al recibir el saludo”.
(René Sepúlveda. “Un recuerdo para Marta Brunet” diario El Sur, Concepción, 13 de noviembre, 1981). 

Borracha de Vista


Pero en el año 1961 –cuando tenía 64 años- las tinieblas se disiparon. El famoso oftalmólogo español Joaquín Barraguer con mano maestra eliminó las dos cataratas que interrumpían su mirada. “Este es el año más feliz de mi vida –dijo a Zig-Zag en diciembre de 1961- nadie puede saber lo que es este don maravilloso de la vista, mientras no lo ha perdido. (…) Ando literalmente borracha de vista, borracha de luz,  borracha de color”.  En Europa recorrió diversos países dándose “orgías de verde y cielos, de rostros y rincones, entraba a los mercados, me confundía con la gente en las grandes arterias, penetraba por gusto a los metros y a los cines, simplemente para ver (…) muchas veces me sorprendí mirando las cosas más absurdas: las patentes de los automóviles, los rostros de los niños cuando se pelean, la calva de los profesores, los quiltros olisqueando alrededor de los venerables monumentos…” Recuerda que cuando visitaba un pueblo de sus antepasados, llamado Pane, aledaño a Santander, y anochecía “de repente levanté la vista y vi –con estos pobres ojos míos- el lucero. ¡Hacía casi diez años que mis retinas habían sido incapaces de atisbar su belleza en el cielo de la tarde! Fue entonces cuando lloré, largamente y sin ruido, mientras seguía caminando por la senda polvorienta, la misma que hollaron los pies de los abuelos”.


Nacida en Chillán el 9 de agosto de 1897, Marta Brunet era hija única de un chileno de ascendencia catalana, Ambrosio Brunet Molina y de una española, gallega, Presentación Cáraves de Cossío. Sus primeros años los pasa en Pailahueque, fundo paterno que se encuentra en Victoria donde toma contacto con la ruralidad. Recibe en su hogar clases particulares de profesores de diferentes materias, mientras que su institutriz francesa le enseña ese idioma.

Sus primeras inquietudes literarias aparecen cuando, a los siete años, escribe teatro para perros y gatos, que representaba ante sus muñecas.

Desde 1911, pasa largo tiempo viajando por Europa con sus padres, donde se contacta con las obras de escritores del Viejo Mundo. El estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, los obliga a regresar al país y se establecen en Chillán.

Hacia 1919 y 1923 la vocación de Marta va de un lugar a otro: primero escandaliza a sus padres diciéndoles que deseaba ser médico y luego con la idea de ser bailarina. En tanto, escribía naturalmente e integraba un grupo juvenil de aficionados a las letras.
Escribe poemas y  publica cuentos en La Discusión de Chillán. Hasta que Hernán Díaz Arrieta, Alone se cruza en su camino y la motiva a publicar Montaña Adentro (1923). “Pese a una vocecita clara y mimosa, musicalmente femenina, la voluntad de Marta ignoraba la timidez, y lo que se había propuesto realizar, lo realizaba”. Comentaba Alone en el prólogo a las Obras Completas de Marta Brunet, (Zig-Zag, Santiago, 1962).

Libros de Cocina y Quiromancia


Luego de la muerte de su padre en 1924, trabaja en distintos ámbitos. Llega incluso a publicar libros de cocina e  instalae un consultorio de quiromancia. Al mismo tiempo se dedica al periodismo y paso a paso va dando a conocer  sus relatos en diversos medios. En 1929 gana el Primer Premio en el Concurso de Cuentos organizado por el diario El Mercurio con Tierra Bravía y en 1933 es galardonada con el Premio de Novela de la Sociedad de Escritores de Chile.

En tanto que publica obras literarias, desde 1934-1939 trabaja en editorial Zig-Zag como redactora y luego como editora de la revista Familia. Pero la carrera diplomática aparece en su quehacer cuando el Presidente Pedro Aguirre Cerda , en 1939, la nombra cónsul Honorario en La Plata, adscrita al Consulado General de Chile en Buenos Aires, lugar donde publica cuentos en el diario La Nación y en la revista Sur.

Siempre matizando su carrera diplomática con la escritura, es nombrada Cónsul de Profesión en 1943, adscrita al Consulado Chileno, función en la que permanece hasta 1952. Entre otros van apareciendo sus relatos Aguas Abajo y en 1946 da a conocer sus novelas Humo Hacia el Sur, -reconocido como el mejor libro del mes por el Pen Club de Chile y por el Club del Libro de Buenos Aires- y La Mampara.

Los cargos se suceden unos a otros:  en 1947, fue vicepresidenta de la comisión Organizadora del Congreso Americano de Escritores desarrollado en Buenos Aires; en 1948 es nombrada Tercer Secretario de la Embajada de Chile en Buenos Aires para Asuntos Culturales y en 1950 asciende a Segundo Secretario.  

Aparecen en 1949 sus relatos contenidos en Raíz del Sueño y en 1953 regresa a Chile, radicándose en Santiago donde imparte cursos y dicta conferencias sobre literatura chilena e hispanoamericana. Su famosa novela María Nadie la presenta en 1957 y más adelante entrega numerosos cuentos infantiles.

1961 es clave para la escritora: obtiene el premio Nacional de Literatura.  Al año siguiente publica su novela Amasijo; es reconocida como Hija Ilustre de Chillán y fue nombrada Agregada Cultural de la Embajada de Chile en Río de Janeiro, ocupando  a continuación, en1963, el mismo cargo en Montevideo.


Pero el 27 de octubre de 1967, mientras agradecía el honor de haber sido incorporada a la Academia  Uruguaya de Letras, Marta Brunet moría repentinamente víctima de un ataque cerebral fulminante. “De pronto sus dedos, sus manos, sus bellas manos, se crispan… “esto es todo”, murmura, y calla definitivamente. Ese día el sol se tiñó de rojo”. (Emilio Rojas: Marta Brunet, en Biografía Cultural de Chile, Gong, Santiago, 1995).